Descripción
“La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, un verdadero manual para el abogado
Escribir un libro sobre la abogacía en época de crisis del Sistema de Justicia, que en el caso de Venezuela, ha sido calificado de una falta absoluta de independencia, es de por si meritorio. Y si a ello se agrega que además su texto es un verdadero manual del ejercicio de la abogacía, como lo es la obra “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, que por su gentileza presento, su mérito es de un alto valor para la ciencia jurídica. En efecto, la sola lectura de su contenido permite calificarlo de una exposición integral, objetiva y ordenada sobre la abogacía, dividida en subtemas, que es propio de las obras que merecen ser consideradas como tratados. Y además, que dentro del género didáctico su desarrollo es de una verdadera pedagogía jurídica, puesto que su finalidad es no solo la de dotar de preparación integral para la formación de los abogados, sino también de capacitar en su ejercicio a los profesionales del Derecho. En efecto, el libro de Manuel Espinoza Melet combina los temas históricos, dogmáticos de la abogacía, como sus funciones, deberes y derechos; con su organización gremial, la ética y deontología profesional; el régimen disciplinario y con su práctica profesional; y con aspectos institucionales y procesales necesarios para el ejercicio profesional. Aún más, concluye con un capítulo sobre “Abogados Destacados”, que han representado o representan un modelo de la abogacía que se propugna en la obra en comentario.
Sin duda que “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, forma parte de la “pedagogía jurídica”, en palabras de Héctor Fix Zamudio, porque constituye una didáctica o técnica de aprendizaje de los conocimientos teóricos de la abogacía, pero estimulando los aspectos prácticos y éticos. En otras palabras, que con su obra Manuel Espinoza Melet, se comporta como un verdadero pedagogo porque enseña de una manera integral, a través de una metodología jurídica apropiada, las reglas básicas del derecho profesional de la abogacía, su sistemática o contenido, la organización del Poder Judicial, el control disciplinario de la conducta ética del abogado y los instrumentos para su práctica profesional.
A diferencia de los epílogos, que no tienen una medida, los prólogos, solo han de servir de presentación y no como otro capítulo de la obra. Por ello, me referiré brevemente a algunos de los temas tratados en un libro de tanta amplitud como “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, que a mi juicio, representan temas de trascendencia para épocas de crisis como la que padecemos en Venezuela, que es más dramática cuando ocurre en el ámbito del Derecho y de la Justicia, entre otras causas, cuando los jueces se olvidan de que como abogados, según Eduardo Couture, deben “practicar el derecho como una ciencia, ejercer la abogacía como un arte y defender la justicia como una religión”.
Debe destacarse en el Capítulo I, de su obra, la importancia que Manuel Espinoza Melet otorga en la profesión de abogado a la formación académica, que contrasta con la deformación del estudio del Derecho de algunas universidades ideologizadas, que por encima de lo jurídico colocan lo político. Asimismo, el énfasis que atribuye a los estudios de postgrado como especialización dentro de la carrera de Derecho. Formación ésta académica de donde configura el perfil y la imagen del abogado en la sociedad. Aspecto este al cual dedica todo el Capítulo II, en el que la función social del abogado es determinante como garante de los fines superiores del Estado, que han de orientar a los profesionales del Derecho en el libre ejercicio de la profesión, en la administración pública, en la empresa privada, en la docencia y la investigación y en la judicatura. Por mi parte, considero que los aspectos gremiales y la colegiación para el ejercicio de la abogacía, a que se refiere el Capítulo III, de la obra que presento, es parte importante del estudio de esta profesión, al cual sin embargo, en la carrera de Derecho se le ha dado poca importancia; por lo que considero acertado y apropiado que en un manual sobre la abogacía se trate de este tema, como lo ha hecho Manuel Espinoza Melet. En cuanto a los deberes del abogado, estimo pedagógicamente como conveniente su división, como se hace en el Capítulo IV, del libro que comento, entre “deberes generales” y “deberes específicos” y la subdivisión de esta categoría en: deberes esenciales, deberes institucionales, deberes para con el asistido y patrocinado, deberes para con los Jueces y demás funcionarios, deberes para con los colegas y deberes para con el Colegio de Abogados. Ello porque tales deberes son la fuente de la ética y la deontología profesional de la abogacía, materia la cual trata Manuel Espinoza Melet con amplitud en el Capítulo V, de su libro, vinculando apropiadamente la moral y la ética, con las reglas conductuales de la abogacía, como lo es la deontología jurídica. Y, que por otro lado, son la justificación de que exista un régimen disciplinario y sancionatorio especial para los abogados, como se explica en el Capítulo VI, de la misma obra.
Desde otro orden de ideas, la diversidad de funciones y actividades que implica el ejercicio de la abogacía, se detallan de los Capítulos VII a XI, de la obra que presento, en cuyo desarrollo me permito destacar el aspecto relativo a los honorarios profesionales, del cual se hace un análisis detallado que ciertamente permite equilibrar el derecho de los abogados a percibir remuneración por su trabajo, sin incurrir en excesos o especulación. La distinción, en el ejercicio y actividad de la abogacía, entre representación, asistencia jurídica, y dentro de esta el beneficio de gratuidad, en conjunto con la clínica jurídica y la defensoría ad litem, resaltan la importancia y valoración de estas últimas como parte de la función social del abogado y su trascendencia para la efectividad del sistema de justicia. En los aspectos prácticos del libro que comento, es de destacar la utilidad para los abogados en ejercicio de los Capítulos XII a XV, que se refieren a la formación del expediente, su distinción entre el expediente administrativo y el judicial, los principios de la oralidad como modelo procesal y la distribución de las circunscripciones judiciales entre jurisdicción ordinaria y jurisdicciones especiales y las reglas de su competencia.
La condición de verdadero manual del libro “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, se pone de relieve al incluir en una obra referida a la profesión de abogado temas del sistema de justicia en el Estado democrático de Derecho, como los órganos jurisdiccionales, el Poder Judicial, el Ministerio Público y le Procuraduría General de la República. Temas estos que se comprenden de los Capítulos XVI al XVIII, cuyo conocimiento no puede faltar en la formación, capacitación y el ejercicio profesional de un abogado.
La obra que presento, termina con el Capítulo XIX, denominado “Abogados Destacados”, con el cual, en palabras del autor, quiere destacar “la gran brillantez y decoro en su ejercicio profesional, así como en otras áreas del acontecer político, económico, social y cultural de la nación”; donde incluye juristas, intelectuales, académicos, escritores y poetas, parlamentarios, políticos, y diplomáticos y cuyas semblanzas, como las llama, en verdad representan la pléyade de juristas y de distinguidos y esforzados abogados, que en el ejercicio, la docencia, la magistratura, en la administración pública y en la empresa, son o han sido modelos de la abogacía, cuya nobleza y dignidad, ha querido propugnar Manuel Espinoza Melet, con su libro “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”. Y, con cuya publicación su autor es también uno de esos “Abogados Destacados”, con que cuenta Venezuela; y, que en la actualidad pone de manifiesto como Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia elegido legítimamente por la Asamblea Nacional.
Me permito concluir, diciendo del libro “La Abogacía. Estudios de Práctica Jurídica”, de Manuel Espinoza Melet, que por su forma y contenido, representa un fiel reflejo de su personalidad, de su alma limpia y sana, de sus principios, de sus ideas e ideales; y de su categoría de jurista. Y además, que como los buenos libros, comunica el alma del lector con la suya y logra que las dos vibren en idéntica honda. Agradezco al Magistrado Manuel Espinoza Melet, su generosidad y gentileza al solicitarme el prólogo para su obra; con la que sin duda, acrecienta su condición de jurista.
Román J. Duque Corredor
Ex Magistrado de la Corte Suprema de Justicia
Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales
Caracas, 10 de noviembre de 2019.
Autor: Manuel Espinoza Melet
Editorial Hammurabi
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